Siento lástima por el decaído cómico. De estar en el poder, sentiría pavor. Por decente coherencia no he visto jamás una película con su nombre en el reparto. La verdad es que no veo cine español por respeto a la cultura. Pero sí he leído algunas de sus manifestaciones en la prensa escrita. Curioso el mimo que le dispensan los periodistas. Con un cómico defensor de Hitler no serían tan simpáticos. Le dicen cariñosamente «Willy», su mote familiar. Forma parte de la perversión del lenguaje. Ignoro a qué se dedica profesionalmente en estos momentos y si tiene o no a la vista dinero de algún productor subvencionado por la Sinde. Me importa un bledo. Sus últimas apariciones han sido para hacerse fotos en compañía –impactante contradicción–, con la saharaui Aminatu durante su huelga de hambre. Ahí estaba con la Bardem y otros estalinistas ávidos de placa. El «Wyoming» también, lucerito de la arruinada, mendicante y estalinista «La Sexta», que sólo se ve cuando hay un balón de por medio.
El tal «Willy», cursilada copiada de la antigua Derecha por cuanto se llama Guillermo, se ha despachado a gusto con un muerto. Con un disidente del sistema asesino de Cuba. Con un huelguista de hambre que se mantuvo firme hasta el final para denunciar la tiranía comunista de los Castro. Con un preso político que agonizaba en las mazmorras medievales cubanas sin actores oportunistas a su alrededor, sin fotografías de reporteros, sin primeras planas, sin titulares de prensa y sin ayudas, solidaridades ni consuelos. En una mazmorra, no en un aeropuerto internacional como Aminatu, cuidada hasta el extremo, sabedora de que un Estado de Derecho lleva hasta extremos inauditos su flexibilidad para que no se le muera nadie durante una huelga de hambre. Hasta el gran asesino, De Juana Chaos, dispuso de mimos y favores. Como Aminatu, que le ha tomado el gusto a España y la tenemos por aquí con frecuencia, muy recuperadita por cierto.
Aminatu, heroína de la libertad y la resistencia, según el cómico Guillermo. Zapata, según el mismo farsante, «un delincuente común». Hay que tener el páncreas de vidrio para insultar a un héroe que regala su vida por la libertad de su pueblo. Pero es de izquierdas, comunista y estalinista, y se le trata como a un simple travieso. Sus mensajes, emitidos durante una rueda de prensa a favor de la huelguista de hambre que no murió, y en compañía de los inevitables «Wyoming» y Pilar Bardem son para vomitar. Lo que no nos cuentan los periódicos es la reacción de tan ilustres acompañantes ante las palabras del subvencionado estalinista. «Los presuntos disidentes encarcelados en Cuba son terroristas»; «Orlando Zapata no era más que un delincuente común»; «esos presuntos disidentes encarcelados son gente que ha cometido actos terroristas contra el Gobierno cubano, actos de traición a la Patria y un montón de delitos»; «este señor, al que se llama disidente, no era más que un delincuente común que ha sido forzado y manipulado por otras personas». Y más tarde, la arrebatadora bondad: «Lamento absolutamente la muerte de cualquier ser humano».
Por fortuna, este individuo se dedica, según tengo entendido, al cine y al teatro. Por ese lado, podemos estar tranquilos. Vivimos en el año 2010, siglo Veintiuno. Pero de estar en 1934, y con la Checa de Bellas Artes a punto de caramelo, temblaríamos. Todos seríamos delincuentes comunes y estaríamos mejor muertos. Criatura.
ALFONSO USSIA
03/03/10
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