Unos islamistas que residen en Austria emigrados de sus respectivos países porque son un fracaso siniestro y cruel y los estados propios los han sumido en la miseria, se han venido de turistas a Córdoba a ocupar la antigua mezquita que es catedral. Con dinero ganado por supuesto en Austria y quizás alguna subvención de países en los que la conversión al cristianismo se paga con la muerte. Y en los que no se tolera siquiera una ceremonia religiosa cristiana. Y que financian la liquidación de cristianos y la destrucción de una cultura milenaria cristiana en Oriente Medio, África o Indonesia.
Y han montado, muy divertidos ellos, la provocación de insultar a los cristianos y reivindicar la propiedad del recinto cordobés intentando ocuparla y rezando allí a su dios. Su reconquista de fin de semana. Y aquí hay gente que les ríe la gracia. Hay tontos por doquier. Y no me refiero precisamente a los islamistas. La cantidad de cretinos que creen que ese multiculturalismo del presidente del Gobierno lleva a más libertad y no ven que por el contrario es una amenaza creciente e inminente para nuestro sistema de vida es alarmante.
En Austria tenemos mucha experiencia sobre asedios islamistas. En 1683 tuvo que ser un rey polaco, por supuesto católico, Jan Sobieski, quién en un fulminante asalto desde el monte Kahlenberg rompió el asedio turco, es decir entonces islámico, a la capital austriaca. Y gracias a aquello la Europa central quedó libre de un Islam que ha producido muchos sabios, pero que ha sido la ruina absoluta en la edad moderna dada su absoluta incapacidad para crear estados viables, sociedades dinámicas, ciudadanos libres y prosperidad económica. No hay ningún estado en el mundo moderno en el que el Islam haya generado una sociedad medianamente próspera, medianamente libre, medianamente respetuosa hacia los derechos humanos. Los islamistas que viven huidos de sus países y quieran rezar en una mezquita se deben meter en los recintos que aquí tienen y que en sus países no se toleran para el culto cristiano. Y si no, pueden irse a la mezquita de Damasco, una maravilla, en la cual la policía política del régimen sirio los controlará como Dios manda, el suyo o cualquiera.
Como en Poitiers mucho antes se había cortado el avance del Islam desde el sur de Europa, desde España, y Lepanto fue Lepanto, en Viena en el siglo XVII se cortó su extensión desde los Balcanes hacia el corazón de Europa. Y el cristianismo evolucionó y después llegó la Ilustración y los países europeos se hicieron, formaron y construyeron sobre la cultura judeocristiana que después se extendió a América y tantos otros rincones del globo. Y así se creó lo que llamamos generalmente Occidente, la cultura más civilizada y a la vez piadosa, compasiva y fructífera, próspera y libre que jamás existió.
También bajo la catedral de Sevilla había una mezquita. Y en tantos otros sitios hubo mezquitas convertidas en catedrales como antes iglesias visigodas cristianas habían sido convertidas en mezquitas. Y sus creyentes cristianos degollados o trasladados como esclavos para siempre lejos de sus hogares. Ya está bien de esa majadería que propagan socialistas, Junta de Andalucía, Alianza de Civilizaciones que nos cuesta un dineral y las simplezas del presidente del Gobierno sobre el idilio multicultural de Al Andalus. Si existió armonía en algunos breves periodos, fue el islam el que, con sus diferentes facciones enfrentadas, se ocupó de destrozarla. Y fue en todo caso irrelevante para la posterior historia en la que el Islam en su política de expansión quiso dominar a Europa para destruir su espíritu, su carácter y su libertad. Hoy estamos en lo mismo.
Una propuesta para todos. Hagamos una recolecta pública de fondos para construir una catedral en Riad del tamaño de la mezquita que hay en Madrid en la M-30 financiada por Arabia Saudí. Pidamos la creación de un centenar de capillas en aquel país o cualquier otro en países árabes, una cifra razonable ante la proliferación de mezquitas en Europa donde se predica el odio a toda nuestra sociedad y nuestros principios.
Recuperamos el espíritu de Sobieski o pasado mañana nuestras nietas serán apaleadas o lapidadas por no cumplir la sharía, la ley islámica.
HERMANN TERTSCH
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