21/03/10

HITLER EL “COMEALFOMBRAS” (I)

En su maravilloso libro sobre el lenguaje del Tercer Reich, Viktor Klemperer hace constar que en otoño de 1941, cuando ya no cabía esperar un rápido final de la guerra, Hitler solía abandonarse a arrebatos de furia que acobardaban a sus subordinados.

Primero eran rabietas, después arrebatos de furia ciega; se decía que en uno de ellos el Führer le habría dado un mordisco a su pañuelo, después a un cojín; después se decía que se había lanzado al suelo y había mordido la alfombra. Y entonces --estas historias solían ser difundidas por gente ordinaria, operarios, vendedores ambulantes, carteros ingenuos-- "masticaba los flecos de la alfombra", los roía regularmente, ganándose así el apodo de "comealfombras" (Teppichfresser).

Klemperer relacionó enseguida esta leyenda con el episodio bíblico de la locura de Nabucodonosor, rey de Babilonia, condenado por Dios a comer hierba como los bueyes en castigo de su arrogancia. William Blake, por cierto, nos ha legado un bonito dibujo sobre este episodio:



No obstante, el apodo de Hitler como "comealfombras" es anterior a 1941. El corresponsal en Alemania de la CBS William Shirer, en su muy recomendable Diario de Berlín, lo hace remontar a 1938, durante las tensas negociaciones que acompañaron la incorporación forzosa al Reich de los Sudetes. En aquellos días, desde la terraza de un hotel, Shirer contemplaba el caminar nervioso de Hitler:


Me pareció, tal como apunté esa noche en mi diario, que estaba al borde de un ataque de nervios. "Teppichfresser", musitó mi compañero alemán, un editor que despreciaba secretamente a los nazis. Y me explicó que durante los últimos días Hitler había estado de tan mal humor por culpa de los checos que en más de una ocasión había perdido el control por completo, lanzándose al suelo de rabia y masticando el borde de la alfombra. De ahí el apodo de "comealfombras". La noche anterior, al hablar con algunos de los líderes del Partido en el hotel Dreesen, había oído esa expresión aplicada al Führer... siempre por lo bajini, por supuesto.

Probablemente la confusión y la consecuente leyenda surjan del hecho de que décadas atrás en alemán se decía que comían alfombras las personas que, preocupadas por asuntos gravosos, iban de un lado a otro de la habitación y gastaban así la superficie de la alfombra.

Pero de lo que no cabe duda es de que Hitler manifestaba frecuentes y virulentos accesos de rabia cuando recibía malas noticias, aunque aún hoy se discute si se trataba de actuaciones premeditadas destinadas a la intimidación o si eran un síntoma inequívoco de su personalidad neurótica. Sus temidos arrebatos de furia fueron especialmente frecuentes durante los últimos días en el búnker, cuando asistía con sus acólitos a la caída de ese Tercer Reich que había de durar mil años y las malas noticias no cesaban de llegar.

Curiosamente, se conserva (¡sin mordiscos!) un trozo de la alfombra, bastante kitsch, que amenizaba con sus coloridas flores el suelo de hormigón de su cuarto en el búnker. Un soldado americano se lo había llevado como recuerdo en 1945.

La vinculación entre Hitler y las alfombras ha sido sorprendentemente productiva, llevando a algunos resultados inesperados y sin duda polémicos, como esta obra del artista israelí Boaz Arad que se expuso en el Centro de Arte contemporáneo de Tel Aviv en 2007:

Con esta obra, el joven artista no sólo permitía hacer realidad el deseo más o menos inconfesable de limpiarse los pies en la piel de Adolf Hitler. Según Arad, también pretendía manifestar hasta qué punto el Holocausto ha marcado a Israel al tiempo que ha sido objeto de su abuso. Además, la alfombra representa lo que haría un cazanazis si lograra capturar su pieza más preciada. Un curioso deseo de violencia y de venganza póstuma, me parece a mí, un poco en la línea de la película Inglorious Bastards de Quentin Tarantino. ¿Nos estamos aproximando a una época en la que queremos vengarnos de Hitler, no sólo por las atrocidades que cometió, sino también por el peso insoslayable con el que su figura lastra nuestra memoria?

Precisamente de películas les quería hablar en mi próxima entrada, donde les mostraré cómo los ya tópicos arrebatos de ira de Hitler han sido representados en la gran pantalla.


ROSA SALA ROSE

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