19/03/10

¿QUIÉN INSULTA A QUIÉN?

Hillary Clinton se declaró ofendida y Barack Obama calificó de insultante que el gobierno de Binyamin Netanyahu haya aprobado la construcción de viviendas en Jerusalem, mientras Joe Biden visitaba Israel.

¿Pues, quiénes se creen los gobernantes norteamericanos para decirle a un estado democrático e independiente, qué es lo que puede construir o no, en su capital?

¿Con qué autoridad puede un gobierno extranjero, objetarle el derecho a una vivienda a cualquiera?

Estados Unidos le vende armas y tecnología a Israel, y le da apoyo diplomático, por tanto Israel debe agradecerle amablemente, comportándose obedientemente de acuerdo a sus exigencias. Esa es la concepción en Washington de amistad recíproca y alianza política de igual a igual.

Estados Unidos se erigió baleando a los nativos de Norteamérica y esclavizando a los negros traídos de África. Los españoles y portugueses hicieron lo mismo en Latinoamérica.

Hoy, tanto en el norte como en el sur de América, los descendientes de los sanguinarios conquistadores de antaño caminan por sus calles como si fuesen sus dueños indiscutibles, menospreciando a los oriundos del lugar y a los nuevos inmigrantes. Los árabes aspiran hacer lo mismo con los judíos en Israel y con los cristianos en Europa, superándolos demográficamente.

Ingleses, franceses, holandeses, alemanes, mongoles, chinos, japoneses, persas, y casi todos los que tuvieron poder o locura, intentaron conquistar el mundo.

A diferencia de los pueblos conquistadores, los judíos fueron conquistados. Los judíos son los originarios de Israel, territorio que recuperaron del imperio británico después de 18 siglos de salvajes persecuciones, e insufribles abusos y humillaciones.

Los extranjeros en ese territorio no sólo eran los ingleses que establecieron los límites del nuevo estado judío sin derecho alguno, sino también los árabes palestinos que nunca tuvieron un país.

La palabra “árabe” significa “nómada”. Líbano, Siria, Jordania, Palestina, son creación de los franceses y británicos en el Siglo XX.

Los árabes no tenían identidad ni historia nacional, y con excepción de Irán y Egipto, no la tienen. Su identificación colectiva es la religión de Mahoma, que está por encima de su nacionalismo patrio.

Jerusalem tiene más de 3.300 años de alma, historia y presencia judía ininterrumpida en el lugar, pese a que fue invadida por casi todas las potencias del planeta.

Los árabes palestinos son parte de la última tanda de invasores extranjeros, resabio de los nómadas que atrajo la intrusión otomana.

El diminuto Israel tiene que ingeniárselas en desventaja para sobrevivir, frente a la presión de su mejor aliado, Estados Unidos, y la ONU, que está controlada por el bloque musulmán, los tercermundistas y los progres europeos.

Estos últimos, que hasta hace medio siglo fueron despiadados conquistadores, sorpresivamente se transformaron en sensibles humanitarios, solidarios con los misericordiosos palestinos. Lo que no cambió en ellos es su legendario antisemitismo.

El Cuarteto del Medio Oriente formado nada menos que por Rusia, el mayor imperialista del siglo pasado, opresor y asesino de millones; EEUU, la UE y la ONU, llamaron al congelamiento de las construcciones.

¿Quiénes se creen estos para juzgar o siquiera opinar sobre Israel, si ninguno de ellos goza de la decencia ni altura moral para calificar a nadie?

Ni los europeos y mucho menos los norteamericanos tienen el arraigo milenario que tienen los israelitas sobre su tierra como para dictarles lecciones de derecho propietario.

Ya quedó claro que Obama es pro musulmán. Le irrita más, que los judíos construyan casas en Israel, a que Ahmadinejad fabrique bombas nucleares.

Consecuentemente, está imponiendo sobre Jerusalem sus posturas más duras, coincidentes con las de algunos de sus partidarios más antisemitas.

La más virulenta es Hillary Clinton, cuyos exabruptos racistas y antijudíos son irreproducibles debido a la bajeza de su lenguaje. La jefa de la diplomacia norteamericana tiene la boca de un rufián.

La situación norteamericana no es buena. De acuerdo a Rasmussen, 69% de la población ve como incorrecta la dirección que está tomando su país. Apenas 25% la estima favorable.

Como sucedió en el pasado, los judíos se están convirtiendo en el chivo expiatorio de los tradicionales antisemitas europeos y de los gobernantes progres norteamericanos que sienten que el cielo se les viene encima.


JOSE BRECHNER

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