20/12/09

EL MUNDO EN VILO


Hace 48 horas, mi antigua amiga Maruja Torres escribió una columna manifiestamente mejorable en la Última de El País. En ella, bajo el título de 'La hostia', se glosaba con simpatía la agresión a Berlusconi. He aquí el primer párrafo:

"Reconozco que, cuando me enteré del tremendo ataque sufrido por Silvio Berlusconi, lo primero que pensé fue: "Se le ha caído el pelo al pobre hombre, por un repente", y no me refería al líder recién despojado de su sonrisa. A continuación, me dije: "Qué bestialidad. Con lo fácil y pacífico que sería no votarle, y punto". En todo caso, habría que abofetear a quienes lo pusieron y mantuvieron en el poder, urnas mediante. Lo cual resultaría imposible, por demasiado ambicioso, violentamente hablando."

Es de común conocimiento que la posición de Berlusconi en la política italiana se debe al hecho de que lo votan y que, como la propia columnista reconoce, no está a nuestro alcance dar de hostias a todos su votantes, mano de santo como efecto disuasorio.

La apreciación avala el sentido del realismo de Maruja Torres. En realidad, como diría Ferreras de las gracietas de Wyoming, "se ha quedado corta". La aplicación de la receta habría que extenderla a esa inane izquierda italiana, esclerótica desde hace décadas, incapaz de plantear una propuesta alternativa a la de un sujeto como Berlusconi. No sólo. También a todos los tipos que carecen de escrúpulos morales y siguen haciendo negocios con Berlusconi, aumentando con ello la base de su poder económico y mediático, y por ende político.


La foto que ilustra este comentario fue tomada al día siguiente de la publicación de la columna de Maruja Torres en El País. Corresponde al momento en que el grupo Prisa, representado por Juan Luis Cebrián, Rodolfo Martín Villa e Ignacio Polanco, vende la 'Cuatro' a Berlusconi, hecho carne en Fedele Confalonieri y Paolo Vasile. El segundo por la izquierda fue jefe nacional del SEU en los sesenta y en los años de juventud de Maruja, y mientras ella escribía 'La ventana indiscreta' en 'Por favor', fue gobernador civil de Barcelona y jefe provincial del Movimiento, cargo que ejerció entre 1974 y diciembre de 1975, mes en el que fue nombrado ministro de Relaciones Sindicales por Carlos Arias Navarro.

La memoria tiene la ventaja de ser selectiva (un don y una maldición, que diría Monk). De ahí que a veces lleve al error, como le pasa a nuestra columnista en el último párrafo de su pieza del jueves la taxonomía de los líderes buenos, asesinados, y los malos, a los que nunca les pasa nada grave:

"Hay líderes a los que se asesina (los Kennedy, Olof Palme, Martin Luther King) y otros a los que se agrede levemente (Reagan, Bush Jr., Berlusconi). También podría ser que no existiera Dios. O que sí."


También se asesinó al archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, al zar Nicolás II, a Calvo Sotelo, a Carrero Blanco, a Pym Fortuny, a Anastasio Somoza, a Lord Mountbatten, a Anwar el Sadat, a Isaac Rabin y a Laurent Kabila, por citar unos ejemplos. En sentido contrario, cabe citar el presunto atentado de la OAS contra François Miterrand en octubre de 1959, que finalmente se reveló como un montaje urdido con conocimiento del propio líder socialista.

Poco importa que el perturbado (stricto sensu) agresor del primer ministro italiano, se arrepintiera de su acción, y que la calificara de vil en su petición de perdón. Para qué está el periodismo, si no es para llenar de sentido las cosas que no lo tienen? y, ya puestos, ¿Qué tal consideraría Maruja Torres una mano de hostias a los caballeros de la foto?

Estamos en vilo a la espera de su próxima columna.


SANTIAGO GONZÁLEZ

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