19/02/10

AZNAR


Los terroristas lo sabían, e intentaron solucionar el problema que se les avecinaba. Pero la muerte que tenían preparada falló por un segundo. El muerto era José María Aznar, que salió del coche con un rasguño en la cabeza. Lo primero que hizo fue interesarse por el estado de salud de su conductor y sus escoltas.

Los cretinos e irresponsables que hoy le llaman «asesino» jamás fueron objetivo principal de los criminales. País de tontos, y también de cobardes. Santiago Amón, aquel sabio que se nos fue en un accidente aéreo, repetía constantemente que en España no cabía un tonto más. Santiago venía de la izquierda culta que nada tiene que ver con los supuestos «intelectuales de izquierdas».

A José María Aznar le gritan «asesino» una buena parte de los beneficiados por su política. La ETA está de rebajas gracias a la política antiterrorista de Aznar y sus gobiernos. El ciudadano español despide a Aznar con destemplanza e injusticia. Pero nunca ha tenido mejor guardadas las espaldas y el futuro económicamente. Cuatro millones de puestos de trabajo creados durante su mandato, inversiones extranjeras, las pensiones aseguradas y la Seguridad Social con la caja repleta. Los socialistas dejaron las arcas del Estado vacías, pero los tontos manipulables no recuerdan estos detalles. Los hay que nacen idiotas y tienen constantes recaídas.

Pero tengo para mí que el problema primordial de nuestra sociedad no es su necia desmemoria, sino la cobardía. Por primera vez en la historia de las democracias europeas una organización terrorista vence en unas elecciones libres. Ni Zapatero ha ganado ni Rajoy ¬o Aznar¬, han sido vencidos. Gabriel Albiac, otro ejemplo de la izquierda culta, lo ha escrito sin cautelas. Ha ganado Al Qaeda. El mismo terrorismo que acabó con la vida de cuatro mil personas en Nueva York se ha llevado por delante el futuro de doscientos inocentes en Madrid. Y ha triunfado.

Los cuatro mil muertos de Nueva York fueron enterrados mucho antes de que se iniciara la guerra en Iraq. Cuando se desmoronaba una de las torres gemelas del «World Trade Center», una diputada comunista aplaudió entusiasmada ante un televisor del Congreso acompañando a su ovación con el grito ¬¡Lo tienen merecido!¬. Esta tipa, que hoy llama «asesino» a José María Aznar, probablemente musitó un ¬¡lástima!¬ cuando el entonces líder de la Oposición salió vivo del atentado etarra. Pero la estrategia de los manipuladores ha funcionado a la perfección.

Pocas personas más listas que Alfredo Pérez Rubalcaba, que tiene a sus órdenes al más poderoso grupo de información de España. Y entre la emoción, la cobardía y la memez, una nación libre ha ofrecido su soberanía a un perverso y devastador grupo terrorista. Y para más delicia, la demagogia y la mentira han atrapado la mente de la ciudadanía, y los asesinos son Aznar y los populares. Hasta la suegra de Rajoy tuvo que soportar en su ciudad gallega la repetida caricia de «asesina» proferida por un piquete de indeseables perfectamente adiestrado.

Aznar ha sido un gran presidente del Gobierno. Antipático y distante. Pero no tonto ni cobarde.

Vaya mi gratitud y respeto.


ALFONSO USSIA

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